- Trilogía Nunca Digas Nunca nº 1 -

Nunca Digas Nunca

El dolor se convierte en rabia y la rabia en venganza.

CarneFresca22 tiene planes para pasar una fantástica noche de sábado. Un chico, al que aún no le ha visto la cara, está a punto de llegar a su casa. Solo ha conseguido ver una foto de su torso desnudo y sus labios carnosos. Todo parece que va a terminar en una noche de sexo salvaje, pero el destino ha preparado una sorpresa muy especial. Y desagradable.

CUIDADO CON QUIEN DEJAS ENTRAR A CASA
TE ESTAMOS VIGILANDO…

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CarneFresca22 esperaba nervioso a su cita. No es que
fuera su primera cita en realidad, sino que era la primera
después de haber cortado con su expareja. Llevaba dos
años metido en una relación estancada. Aún sentía que lo
quería, pero no iba a ninguna parte. Su ex quería una
relación para toda la vida, mucho más seria. Y, por el
contrario, CarneFresca22 estaba aburrido y buscaba una
relación abierta. La relación no acabó de una manera muy
sana y aún estaban recuperándose de la amarga ruptura.
Rompieron hace unas semanas y era hora de volver a
la carga. Tenía en cuenta que iba a ser raro sentir a otro
chico, besarle y acariciarle, pero hoy quería que fuera el día
de romper con esa barrera. Hoy iba a follar con un
desconocido.
CarneFresca22 nunca había creído en las redes para
ligar y, en verdad, no las había necesitado. Nunca le habían
faltado los pretendientes y sus ojos azules le habían
ayudado bastante en sus conquistas.
Se abrió una aplicación a los diez días de terminar la
relación. Al principio lo hizo para reírse un rato y ver la
cantidad de personajes que se supone que había. Y no se
equivocó. Encontró de todo: gente con perfiles falsos,
hombres maduros que ofrecían dinero a cambio de
mandarles fotos con poca ropa, hombres no tan maduros
dispuestos a pagar por tus calcetines sucios y jovencitos en
busca de pollas grandes.
CarneFresca22 tuvo una mala experiencia con un
señor de unos cuarenta años. El señor lo acosaba
constantemente y le dijo que iba a averiguar dónde vivía y
que se moría de ganas de verle en persona. Se acojonó de
verdad y estuvo a punto de cerrar la aplicación. Justo antes
de borrarla, recibió un mensaje de un desconocido que
también quería conocerle. Antes de leerlo, hubo algo que le
llamó la atención. Primero fue la foto. No se le veía la cara.
La foto estaba centrada en la boca del chico y a
CarneFresca22 le encantaron aquellos labios.
«¡BAH! SEGURO QUE NO ES ÉL DE VERDAD», PENSÓ.
No podía parar de mirarla y desearla. Cuando salió del
embobamiento causado por esa boca, leyó por primera vez
el nombre del usuario: Curioso24. Y eso le puso más
cachondo todavía. Nunca le había puesto los cuernos a su
ex, pero su fidelidad correría peligro si cualquier hetero
curioso quisiera probar con él. Y eso fue lo que le impulsó a
hablar con aquel desconocido.
—¿Curioso? —fue lo primero que escribió.
—Deseando probar carne fresca —contestó el
desconocido.
CarneFresca22 no pudo evitar mostrar una risa tonta y
empezó a calentarse a una velocidad de vértigo, por lo que
decidió pedirle más fotos.
—Si quieres más fotos tendrás que ganártelas
—respondió con la intención de provocarle.
Hablaban a menudo, de hecho, para CarneFresca22 se
convirtió en una adicción. No quería resultar pesado y
siempre esperaba a que Curioso24 le escribiera primero. No
podía dejar de pensar en esa boca y en las ganas de verle
en persona. Esperó varios días para no parecer un
desesperado, pero se le adelantaron. Curioso24 le hizo el
trabajo sucio.
—¿Te gustaría que nos viésemos en persona? Me
apetece muchísimo…
Antes de contestarle, se puso a saltar, a aplaudir y a
bailar como un loco enamorado.
—¿Te apetece venir a mi casa mañana por la noche?
Vivo solo.
—Estoy deseando que llegue mañana… —respondió
Curioso24 casi al instante.
No pudo dormir en toda la noche y no entendía por qué
estaba tan nervioso, siempre había sido muy lanzado.
Estaba obsesionado con conocer a ese chico y el miedo se
mezcló con sus propios nervios. ¿Y si era un perfil falso y el
chico era espantoso? O peor… ¿Y si era un señor mayor de
los que pagan por tus calcetines usados? Se miró fijamente
en el espejo del baño y habló consigo mismo.
«TRANQUILO, MARICÓN, TRANQUILO. ¡QUE TÚ A ESTE TE LO COMES CON
PATATAS! Y SI ESE CABRÓN ME HA MENTIDO, PUES NO LE ABRO LA PUERTA Y
PUNTO».
Y en ese momento se le ocurrió algo. No le diría
exactamente dónde vivía. Quedarían en una plaza cerca de
casa y si no le gustaba el asunto, pues lo dejaba plantado. Y
así fue. CarneFresca22 citó a su querido Curioso24 en la
plaza que había frente a su casa. Esperó desde la ventana
hasta que apareció. Miraba el reloj desde el balcón y faltaban
siete minutos para la cita. Mientras observaba a la gente
pasar, su móvil empezó a sonar. ¿Era él? Imposible. No le
había dado su móvil aún. Su mejor amiga le estaba
llamando.
—¿Qué pasa, puta?
—¡Hola, perra!
—¿Qué haces? ¿Te recojo y nos tomamos algo?
—No puedo…
—¿Por? ¿Qué tienes que hacer mejor que quedar
conmigo?
—Pues follar.
—¿Cómo? ¿Qué dices? ¿Con quién?
—Con un chico que he conocido por Internet.
—¿Y no me lo cuentas? ¿De qué vas?
—Te lo quise contar el otro día, pero estaba este
delante y… No era buena idea.
—Ya… Lo está pasando bastante mal…
—¡No me ralles!
—Vale, vale.
—Bueno, te dejo que el chico está a punto de llegar.
—¿Estás nervioso?
—Un poco. Ya te contaré.
—Eso. Ya me contarás todo con pelos y señales.
—¡Que sí! No me pongas más nervioso.
—¡Adiós, puta! Te quiero.
—Yo a ti más.
Al colgar se dio cuenta de que había sido muy seco con
su amiga, pero cuando CarneFresca22 se ponía nervioso era
insoportable. Volvió a asomarse por la ventana. Faltaban
casi tres minutos para la hora de la cita. El corazón le iba a
saltar por los aires en cualquier momento y siempre que le
pasaba eso era porque algo bueno le iba a ocurrir.
CarneFresca22 posó sus ojos en un chico moreno y
alto que estaba parado en medio de la plaza. Por un
momento, pensó que era su cita, pero estaba bastante
bueno. No se lo creía. El chico vestía con unos vaqueros
rotos, camiseta negra acompañada con una chaqueta de
cuero también negra y zapatillas blancas. Sacó el móvil del
bolsillo del pantalón, el cual le hacía muy buen culo, y
escribió un mensaje. El móvil de CarneFresca22 volvió a
sonar y, en este caso, sí era el chico que estaba en la plaza.
Había tenido una suerte increíble. Cuando le escribió la
dirección exacta, CarneFresca22 se miró las manos y notó
que estaba sudando. El chico leyó el mensaje y puso rumbo
hacia su casa.
Tardó exactamente dos minutos y medio en llegar, pero
a CarneFresca22 se le hizo una eternidad. Esperó
impaciente a que sonase el timbre y cuando sonó, sus
manos empezaron a sudar aún más. Se sintió absurdo y
empezó a reírse solo.
Esperó unos segundos a que se le pasase la risa tonta
y abrió la puerta. Y allí estaba él… Con un brazo apoyado en
el marco de la puerta y con una pose tan sexy que casi le
hizo mojar los calzoncillos.

Ya me enganché con el inicio, rompedor, violento y tan sorprendente que quise continuar leyendo para ver qué me iba a encontrar. Creí que sería un thriller con asesinatos, pero lo cierto es que vas un poco a ciegas cuando empiezas a leer y los personajes y sus tramas empiezan a conectarse.
Es el primer libro que leo de Jose Urbano y como digo, me he quedado muy sorprendida por como aborda temas como la salud mental, la aceptación, el quienes somos y los secretos que escondemos... No quiero desvelar mucho más porque creo que es un libro a descubrir para que el lector pueda ir formando el rompecabezas.

Katherine Vega

¡Me ha encantado! Me enganchó desde el primer capítulo y no lo pude dejar hasta terminarlo. Personajes muy reales que te enamoran desde el principio y una trama muy de actualidad que te mantiene en tensión y que una vez lo terminas te deja huella. Ya disfruté con el anterior libro de relatos del autor, "A través de la mirilla", y con este se ha superado. ¡¡¡Deseando leer lo próximo!!!

Alex

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