A través de
la Mirilla

Primera noche que me quedo solo en casa desde que nos mudamos. Sí, lo confieso. Me cago vivo cuando estoy solo y, además, hoy me duele especialmente la cabeza. Espero que el ibuprofeno que me acabo de tomar haga efecto pronto. Llamo a mi chico por teléfono antes de acostarme. Se ha ido a trabajar unos días a Londres y no sabe exactamente cuándo volverá. Espero que no tarde mucho porque ya le echo de menos y eso que se acaba de ir. Llevamos diez años juntos, pero le quiero como el primer día.

Me meto en la cama con Cujo de Stephen King, uno de mis libros favoritos. Un plan estupendo para un tío tan asustadizo como yo.

Me aseguro de que la puerta del armario y la del cuarto estén completamente cerradas porque odio dormir mirando hacia el armario y ver que no está cerrado del todo. No pienso arriesgarme a que por la noche salga algo de ahí. Me gustaría mirar debajo de la cama, pero eso es algo que me aterra. ¿Y si hay algo o alguien? Paso. PA-SO. Parece que mi dolor de cabeza va mejorando. Una vez que mi cuarto está seguro, me tapo bien con las sábanas y abro el libro. Leer es un método muy efectivo para caer rendido y dormir como un angelito. Llevo algo más de la mitad: la protagonista y su hijo están atrapados en su coche y el san bernardo los espera para devorarlos. Cuando voy a pasar de la página trescientos cinco a la trescientos seis, la puerta de mi cuarto se abre sola de golpe. Intento tranquilizarme y pienso que ha debido de ser una corriente de aire o algo parecido. Por un momento me quedo paralizado. Puedo ver el salón por el hueco que se ha abierto y en la oscuridad creo ver algo. Salgo corriendo y, mientras cierro la puerta, pido por favor que no sea nada paranormal y vuelvo a meterme en la cama. No me he metido bajo las sábanas, pero poco me ha faltado. Me cuesta dormir horrores. Solo ha sido un susto, pero hay algo que no me quito de la cabeza… ¿Había alguien más en la casa? Estupendo. Primera noche solo y me pasa esto. Me lo voy a pasar de maravilla estos días.

Acabo de salir del gimnasio. Hacía mil que no pisaba ese sitio y no creo que vuelva por culpa de la monitora de hoy. ¡Gracias por dejarme estas agujetas en las piernas! ¡Menuda hija de p…! Mañana me acordaré de toda su familia.

Espero el ascensor. Vivo en un segundo piso y cojo todos los días el ascensor. Entro y pulso el botón dos. En el último momento, se mete mi vecino raro. Todo el mundo tiene algún vecino que da miedo, pero seguro que yo gano. El ascensor tarda unos siete segundos en dejarnos en la segunda planta. Siete segundos que se me han hecho eternos. Es superincómodo ir con un extraño en el ascensor, pero lo es mucho más si vas con ese señor. Por fin nos bajamos. Llego a mi puerta y oigo un «Hasta luego». Le respondo lo más amablemente posible y entro en mi casa.

No hay nada que no se arregle con una buena ducha. Aunque varios de mis grandes miedos están, precisamente, en el cuarto de baño. Siempre que estoy enjabonándome el pelo, me imagino que alguien está detrás de la cortina de la ducha. Mirándome. Me agobio y me enjuago lo más rápido que puedo para comprobar que no hay nadie.

También me da bastante grima terminar de lavarme los dientes y mirar el espejo. Rezo para no ver a nadie reflejado detrás de mí. Se me acaban de poner los pelos de punta.

Después de esta ducha tan relajante, ceno un par de hamburguesas cargadas con todo tipo de ingredientes mientras veo, por segunda vez, mi serie favorita: Mujeres Desesperadas. A ver ahora quién se duerme después de esta cena tan… light. La necesitaba después de la paliza del gimnasio.

Hora de irse a la cama, pero antes me lavo los dientes (sin mirar el espejo) porque no soporto dormir con la boca sucia. De pronto, comienzo a sentirme un poco mareado y me dan unas arcadas muy fuertes. ¡Joder con las hamburguesas! Noto en la garganta como si tuviera una especie de bola de pelo gigante acompañada de un sabor agrio como… ¡Joder, es sangre! Normalmente, me sangran las encías después del cepillado, pero esto es demasiado. Mañana pasaré por el dentista, al que también tengo auténtico terror.

Antes de meterme en la cama, cierro la puerta y el armario. Me quedo mirando la puerta de mi dormitorio y, como un jodido loco, le pido que no se abra esta noche de par en par. Luego, me meto en la cama y continúo leyendo mi libro. Tenía ganas de que llegara este momento ya que lo dejé bastante interesante. Me quedé dormido justo antes de terminarlo y necesito saber el final.

De repente, unos golpes me sacan de la historia. Vienen de la casa de mi vecino raro y, como buen cotilla que soy, intento enterarme de lo que ocurre. No puedo creerme que haya traído esta noche a otra chica. No entiendo cómo puede ligar tanto. Muchas veces me ha despertado mientras follaba, pero esta vez creo que me voy a enterar de todo. ¡Qué suerte!

Dejo de leer porque no me concentro. Me tapo la cabeza con la almohada para intentar dormir, pero sigo oyendo sus gemidos. De repente, algo me llama la atención: hace rato que no escucho a la chica. ¿Qué están haciendo? Pego mi oreja a la pared e intento escuchar algo, pero rápidamente me separo extrañado.

Me ha parecido oír la respiración de mi vecino demasiado cerca. ¿Estaba escuchándome él a mí? Ahora solo le oigo susurrar y habla como en un idioma que no identifico. No, no sé qué está diciendo, pero me da muy mal rollo. ¿Por qué no escucho a la mujer? ¿La habrá…? No, no creo que le haya hecho daño. Es mejor que deje de ver tantas películas y leer libros de Stephen King.